La Máquina en el Arte 2

 

   La tesitura mnémica de los altavoces al alcance de las manos


    En general se relaciona con el sonido, solamente, con el fenómeno físico que llega a los oídos como cuerpos sonoros que viajan por cualquier medio elástico: aire y agua, por ejemplo. Habitualmente, se llama ruido a todo sonido no comprendido o molesto y música, a lo que está compuesto por estructuras conocidas: tiempo, armonía, melodía, ritmo. Sin embargo, aparte de los sonidos físicos, existen aquellos que nos llegan de forma subjetiva y están constituidos por la historia de cada una de las personas.

    La memoria es responsable de retener estos sonidos muchas veces asociados a actividades afectivas, ubicando a quién escucha en una situación específica: “La memoria es una reconstrucción psíquica e intelectual que acarrea de facto una representación selectiva del pasado, que nunca es aquello del individuo solamente, sino de un individuo insertado en un contexto familiar, social y nacional” . La memoria constituye un elemento fundamental para la identidad del individuo, evocar la memoria sonora que le involucra en su propia historia alimentando la percepción de sí y alejándole de los demás.

    El sonido, de esta manera, es, además de un fenómeno físico, una percepción histórica. Está insertado en una cultura, en una localidad geográfica específica.

    Con la máquina de escribir, por primera vez el escritor pudo “indicar con exactitud la respiración, las pausas, la suspensión incluso de sílabas, la yuxtaposición de partes de frases que se propone; observa que, por primera vez, el poeta tiene el pentagrama y la barra de compás que el músico ha tenido siempre”. Asociada a la imprenta, la máquina editora de textos facilitó la creación, principalmente de los poetas, que a parte de los textos pudieron componer otras métricas para mejor compresión de la poesía. Mientras antaño los escritores necesitaban pasar por una serie de técnicas y máquinas hasta el producto final, ahora ya no tenían esta necesidad, elaborando los textos según otras estructuras sintácticas.


Fig. Poema Semiótico - Solida, 1956

    Para Marshall McLuhan “el poeta delante de la máquina de escribir es muy similar al músico de jazz improvisando melodías y armonías en un tema compuesto en la escena”41. McLuhan también dijo que frente a la máquina de escribir el poeta tiene el recurso de la imprenta. La máquina es como un sistema de altavoces al alcance de las manos. El poeta puede gritar, susurrar o silbar y hacer muecas tipográficas al público.

    En 1917 el compositor francés Erik Satie estrenó, oficialmente, el empleo por primera vez de la máquina de escribir como instrumento de percusión en una obra sonora. El espectáculo de danza Parade43 utilizó diversos ruidos para complementar la Orquesta.

Fig. Portada del Ballet Parade, 1917

    Años después, el mismo autor del libreto de Parade, Jean Cocteau, escribiría una falsa intriga policial   La Machine à écrire (1941) donde un misterioso criminal firma como “La máquina de escribir”.

Fig. Cartel de La Machine à écrire (1941)

    El compositor norteamericano Leroy Anderson, convertió la máquina de escribir en un instrumento solista dentro de la orquesta,  en la composición The Typewriter (1950). Posteriormente, se popularizó este tema al ser incluido en la película ¿Who’s miding the store? (1963), dirigida por Frank Tashlin.


 


    Actualmente el grupo norte americano Boston Typewriter Orchestra utiliza la máquina de escribir como dispositivo para componer piezas sonoras. Sus presentaciones, una mezcla de concierto musical con sátira de lo cotidiano transforma el dispositivo, generando una experiencia donde el sonido de diferentes máquinas, combinado con la actuación del grupo desarrolla un nuevo espacio que estimula el jugar para construir.
  

                               



     La mutación mecánica y sonora de la máquina de escribir


    Como hemos visto hasta ahora, la vocación original de producir textos a través del tacto fue superado desde los primeros momentos de existencia de la máquina de escribir. El papel fue convertido en lienzo y las teclas en pinceles. También estuvo en las manos de las mujeres desnudas y en la publicidad, inaugurando un lenguaje utilizado hasta hoy. Más allá de las casas, de la necesidad de publicar diccionarios para aproximar las personas a la escritura y lectura, llegó a las salas de concierto como instrumento protagonista en una obra sinfónica y a los cines como medio para la creación amorosa, periodística o novelesca.

     Romper con la estructura mecánica de las máquinas de escribir no fue una tarea sencilla pues, como se ha comentado anteriormente, ya tenían formas muy extravagantes con sonidos distintos. Las primeras máquinas, más que un dispositivo de escritura táctil, se parecían a esculturas futuristas salidas de las novelas de ciencia ficción. Han existido muchos modelos diferentes y no es posible detenernos en analizarlos todos, por lo que optamos por presentar algunos de los modelos, más significativos formalmente, de la máquina de escribir que tiene el sistema QWERTY de teclado, para poder observar mejor las transformaciones artísticas que se han realizado a partir de estos mecanismos.

    Los artistas tienen su propia vocación y ésta contribuye a romper, poner en duda y desestructurar el orden de las cosas. Mirando las obras y la vida de muchos de ellos es posible dividirlos en los siguientes arquetipos: “El inventor de conceptos, los manita fabricantes de máquinas, el improvisador de gestos escénicos y el contador de historias”48. Se añaden dos más para los artistas sonoros: “el compositor de notas, el contemplativo del fenómeno sonoro”

   El grupo argentino Les Luthiers, crearon una máquina de escribir remodelada, potenciando su plástica y desarrollando otras posibilidades sonoras.

 


    Uno de los más extraordinarios procesos de mutación de la máquina de escribir propuesto en una obra, está en la película Naked Lunch (“El almuerzo desnudo”, traducción oficial de la película en castellano) de 1991. David Cronenberg se basó en el Libro de Franz Kafka, La Metamorfosis, pues la máquina de escribir pasa por un proceso de mutación hasta transformarse en un insecto. 


                               


    Se puede decir que el artista Jeremy Mayer es representante del homo faber, un inventor de máquinas. Su proyecto Typewriter Reassembly tiene por recto el trabajo continuo para sacar el máximo provecho de los contenido internos instauradores de las ideas.



    Mayer desarrolla cada una de sus esculturas a partir de una primera pieza, al mirarlas accede a sus memorias que automáticamente gestionan una forma, que será la base de producción de una nueva escultura. Otra característica del artista en la composición de las obras; es que todo ensamblado está hecho con alteraciones de piezas originadas de la máquina de escribir.




    Otros artistas que han modificaran la máquina de escribir para estimular la imaginación han sido Christa Sommerer y Laurent Mignonneau investigadores de arte interactiva de la Universidad de Linz, Austria. Su pieza Life Writer de 2005, explora el contacto del espectador con la vieja máquina de escribir, donde, el resultado de cada texto producido son diferentes criaturas, basadas en un algoritmo genérico que determina su comportamiento y movimiento. El dispositivo, interactivo, permite asociar el acto de mecanografiar a la construcción de una nueva ecología, compuesta de pequeños seres, desarrollados a partir de composiciones matemáticas.


    Si hasta ahora el proyecto rescató su originalidad e influencia como catalizadora de la sociedad moderna. En los siguientes apartados se profundizará el concepto de Taquigrafonías: poéticas sonoras para la máquina de escribir presentando el recorrido práctico que se ha tomado y la obra en el intento de transformar el dispositivo y de crear nuevas propuestas sonoras a partir de la máquina de escribir.